Publicado 05/06/2025 09:41

"La acción climática gana fuerza cuando se basa en datos, compromiso y rendición de cuentas". Por Fundación Lealtad

Archivo - Ana Benavides es directora general de Fundación Lealtad.
Archivo - Ana Benavides es directora general de Fundación Lealtad. - FUNDACIÓN LEALTAD - Archivo

   El Día Mundial del Medio Ambiente, establecido por Naciones Unidas en 1972, deja de ser una efeméride simbólica para convertirse en una interpelación directa a la acción. Afrontar esta crisis global implica articular respuestas colectivas, ambiciosas y sostenidas, que integren de manera coherente la justicia climática en todos los ámbitos de decisión y ejecución.

   El Tercer Sector, históricamente vinculado a la defensa de derechos sociales y la cooperación internacional, tiene un papel ineludible en esta transformación. Su cercanía al territorio, su capacidad de innovación social y su función de mediación entre ciudadanía e instituciones lo convierten en un actor clave a la hora de diseñar e implementar soluciones con impacto real. Pero no basta con intervenir: hay que hacerlo con rigor, con vocación de permanencia y, sobre todo, con principios.

   Esto lo vemos en muchas ONG Acreditadas con el sello 'Dona con Confianza', que han integrado el compromiso con el medio ambiente en sus programas y actividades. Algunas lo hacen como eje fundacional de su misión: ECODES trabaja por una transición ecológica justa; Ecomar fomenta la conciencia medioambiental entre jóvenes a través del deporte y la educación; y SEO/BirdLife acumula décadas de experiencia en la defensa de la biodiversidad y la conservación de hábitats.

   Otras entidades, con una trayectoria centrada en la cooperación al desarrollo, han incorporado enfoques medioambientales a sus programas: Ayuda en Acción promueve iniciativas de voluntariado ambiental y sostenibilidad comunitaria; Energía sin Fronteras lleva a cabo programas y proyectos para el acceso a la energía en las zonas más vulnerables; mientras que Fundación Mozambique Sur, Manos Unidas o Cesal abordan la gestión sostenible de recursos naturales, la seguridad alimentaria y la resiliencia climática en territorios especialmente expuestos a la degradación ambiental.

   También se intensifica la relación entre la emergencia climática y el desplazamiento forzado. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), millones de personas se ven obligadas a abandonar sus hogares cada año como consecuencia de desastres naturales agravados por el cambio climático. Desde su enfoque operativo y normativo, este organismo impulsa la protección jurídica, la preparación ante emergencias y la resiliencia ambiental de las poblaciones desplazadas. Por su parte, UNICEF trabaja con y para la infancia y la juventud para mitigar los efectos del cambio climático, garantizando el acceso a agua limpia, aire puro y un entorno seguro y sostenible. World Vision Internacional actúa en comunidades especialmente vulnerables, combinando ayuda humanitaria y restauración de ecosistemas para proteger a la infancia.

   Incluso en el ámbito de la educación no formal, el compromiso con el medio ambiente se consolida como valor transversal. Movimientos como ASDE y el Movimiento Scout Católico han integrado la sostenibilidad en sus programas formativos, promoviendo una ciudadanía joven crítica, activa y consciente.

   Todas estas entidades comparten su propósito transformador y su adhesión a estándares exigentes en gobernanza, gestión económica, uso de los fondos y evaluación de resultados.

   Ante retos tan vastos como la pérdida de biodiversidad, la escasez hídrica o el aumento de fenómenos climáticos extremos, la respuesta no puede descansar únicamente en los marcos multilaterales ni en la acción gubernamental. Es necesario reconocer -y reforzar- el papel del Tercer Sector como motor de transformación y articulador de alianzas. La cooperación basada en la confianza y en la evidencia no es solo deseable: es indispensable.

   Reconocer y poner en valor estas iniciativas es clave para consolidar una cooperación climática real y sostenida. Frente a discursos que a menudo se diluyen en lo simbólico, conviene destacar a quienes operan con solvencia, vocación transformadora y estándares exigentes. La acción ambiental con impacto duradero necesita algo más que voluntad: requiere transparencia, rendición de cuentas y compromiso ético. Solo así será posible construir alianzas capaces de responder, con rigor y eficacia, a los desafíos que nos impone el planeta.

   Ana Benavides es directora general de Fundación Lealtad.

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